sábado, 18 de mayo de 2013

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No es que se me haya olvidado, ni mucho menos, de hecho, ya lo twittee. Y ahora a 18 de mayo, se me ha ocurrido dedicarle una entrada, porque esto ya lo tengo bastante olvidado. Pero ella no merece sólo esto.

Mi actriz favorita, como ya se habrá notado, es Audrey Hepburn. Pero no es sólo alguien a quien admiro por sus películas, de hecho, no he visto todas, podría decir que he visto unas cuántas. No. No la admiro por su trabajo como actriz. No la he conocido. Todo lo que sé, lo he sabido por entrevistas, vídeos, reportajes, libros y fotografías.
No me parezco a ella, y tampoco quiero. Es alguien a quién no puedo describir, alguien desconocido, pero sin embargo, siento como si ya fuese parte de mí, como si siempre hubiese estado ahí.

Por eso, siempre está ahí cuando me levanto, y abro la ventana, miro todas las fotos y cuadros que tengo, como si ella estuviera presente.
Puede que sea una obsesión, o un sentimiento oculto, o el querer admirarla, de adorarla. Pero no, simplemente me hubiese gustado conocerla, y a través de sus imágenes es el modo por el que puedo hacerlo.


domingo, 21 de abril de 2013

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You're always such a fool

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"Dejo las cosas sin terminar, porque no creo que exista un fin para ello"


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Ahora me veo como una niña tonta, que había creído en ilusiones, y que nunca pensó que aquella gente tan cercana pudiera hacerte tanto daño. Y no físico. Es increíble la de vueltas que da la vida, y cómo cambian las cosas.

No soy ninguna filosofa de la vida, me gusta pensar y darle vueltas a las cosas, aunque muchas veces me hagan daño. Y pienso cada vez más en la facilidad con que una pierde todo lo que antes creía suyo de un momento a otro. 

La gente miente, yo también lo hago, pero con el curso de los años, aprendes lo que es una mentira seguida de una puñalada,  y lo que es una mentira, que no va seguida de nada, simplemente sin importancia, pero que hace daño. No pretendo echar la culpa a nadie, porque si aquí hay una culpable, esa soy yo, por dejarme llevar y no darme cuenta de las cosas cuando podía haberlo hecho. 

Por eso pienso, cuando dejo mi mente en pausa por un momento, lo feliz que me haría sentir dejarlo todo, y empezar de cero. De nuevo. Nadie te conoce y puedes ser quién tú quieras, y aprender de otras personas, desconocidas, que tal vez más tarde te hagan daño, pero nunca cometerás los errores que antes habías cometido. Pero luego, quizás, te darás cuenta, que tú también has cambiado, y sin embargo, cuando quieras volver, no quedará nada de lo poco que ya quedaba cuando protestaba y me ponía a pensar en lo egoístas que son la gente de mi alrededor, y lo niña buena y víctima que me sentía.




viernes, 15 de febrero de 2013

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No es la típica mañana de verano, en la que los pájaros cantan intentando sobresalir por encima del zumbido de las abejas. Ahora mismo, el viento sopla fuerte, intentando arrancar las hojas a los árboles, a pesar de no ser otoño. Caen pocas gotas de lluvia, y la pobre bicicleta roja chirría tirada sobre la tierra. Observo aburrida desde mi ventana, el jardín, seco.  

Apoyó mi naricita en el cristal, y el aire expirado marca una nubecilla. Hace frío. Estoy descalza, pero es una moqueta, y no me importa, pero está un poco áspera y pegajosa, porque se he caido el zumo de manzana. 

domingo, 3 de febrero de 2013

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Siempre me había considerado una mera espectadora, observando y analizando cada detalle de lo que ocurría a mi alrededor, y siempre había caído en la conclusión de que todos, absolutamente todos, cumplían un rol específico, como si jugásemos un papel en una obra de teatro.

Es extraño, porque nunca me había sentido parte de esa obra, es decir, me consideraba a mí misma como alguien analizador, que no se dejaba llevar por la masa, y que acabase cumpliendo también un papel. Sin embargo, llega un momento, en el que el tiempo se para, y te das cuenta que tú también actúas y caes en una personalidad no tan moldeable, en alguien encasillado.

lunes, 22 de octubre de 2012

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Agáchate y escucha lo que el suelo, que apenas se queja, quiere contarte

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Le pareció extraño, que a pesar de que hacía ya tiempo que la conocía, aún siguiese viéndola como una extraña. Cada mañana la recibía con una gran sonrisa, sin embargo, aquel ensanchamiento de la boca, no estaba cargado de simpatía. Tampoco era rabia, ni indiferencia. Simplemente no mostraba ningún sentimiento, lo hacía por costumbre. Era una amiga de pocas palabras, pero cargadas de gran razón. Le gustaba describirse a sí misma de consciente, de creer conocer a todas las personas que en algún momento se habían cruzado con ella. Aquella pequeña muchacha de gran sonrisa, era una de ellas, pero sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, sentía que se perdía algo. No es que ocultase parte de su personalidad, simplemente era una personita extraña, inteligente, a la que no le gustaba que se supiese mucho de ella.




martes, 4 de septiembre de 2012

28

Lloraba. Las lágrimas bajaban por sus sonrojadas mejillas mientras intentaba respirar suavemente. Se sentía hundida y decepcionada. Con paso
lento, hacia la ventana, intentaba ver algo a lo lejos, pero sentía tal vacio, que ya con lágrimas en los ojos no llegaba a ver si quiera los grises nubarrones que escondían el sol.

Lloraba. Pero ahora sus lágrimas, secas algunas ya en las mejillas, bajaban por su barbilla hasta el cuello. No podía parar, había un gran dolor en su interior que hacia temblar sus dedos e inundar sus ojos.

De pronto, hacia la puerta, una voz la llamaba, una voz fuerte, "chiquitina, ¿estás ahí?"

domingo, 24 de junio de 2012

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Aquel oscuro lago, ese vacío, ese olor. Malhumorada levanto la vista, ¿dónde está? Aquel barco que cruza todos los días de orilla a orilla. Puedo sentirlo, pero no lo veo, tal vez sea la niebla que emborrona el horizonte.
Siento el viento, pero aquello no hace que mis pensamientos mejoren. Quiero ver el barco otra vez, como cada mañana. Pero no lo veo. No está. Quiero volver a imaginar historias, pero no lo veo, y así no puedo.
De pronto, una voz, "encuéntrame". No lo entiendo, estoy sola, en la orilla del lago. "Encuéntrame". Me giro, y miro entre los árboles, y nada, ni un pequeño pajarillo sale al encuentro de mis ojos. "Encuentrame". La voz de nuevo.
- ¿Dónde estás? Sal de tu escondite
- No puedo, encuéntrame
- ¿Cómo que no puedes? ¿Dónde estás escondido?
- Si te lo digo, ya no vale, tienes que encontrarme para que el juego acabe

De pronto, me veo a mi misma buscando entre los árboles, entre los arbustos, pero nada, aquella voz no aparece. De pronto, una pequeña risotada.

- No te encuentro, ¿dónde estás?
- Búscame, vamos, no es díficil, se me ve desde el lago
- ¿Desde el lago?

Silencio. Me muevo como una tonta, a paso rápido para terminar con ese estúpido juego, y de pronto un niño pequeño asustado asoma la cabeza.

- Me has visto, ya ha terminado
- ¿Qué ha terminado?
- El juego, has descubierto mi escondite
- Pero yo no estaba jugando
- Claro que sí, me buscabas, yo era aquel niño que viajaba con su padre en aquel barquito