sábado, 17 de marzo de 2012

11

Caminaba con la mirada perdida. Las flores la olían y agachaban la cabeza cuando pasaba cerca de ellas. No se sentía princesa. Y menos ahora. Bajó la mirada, esperando encontrar algo en el suelo. Pero pequeñas hormigas corrían ante sus pies. Levantó de nuevo la mirada, y a lo lejos, vacío. Como su cuerpo. Sin color, pálida como la nieve. Sin embargo, no sentía frío, ya era primavera, y los pájaros cantaban a su alrededor. Era aquella angustía la que hacía que se sintiese así. Aquella angustía, miedo, dolor de no pertenecer a aquel bonito mundo.

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