miércoles, 6 de junio de 2012

19

Dejó que la puerta se cerrará lentamente, y poco a poco se acercó a la ventana en la oscuridad. Se sentó, y dejó que la luz de la luna mojara su cara. Hacia algo de viento aquella noche, las ramas golpeaban su ventana. Miró hacia abajo, pequeñas pelusas bailaban sobre las tablas de madera. Sonrió, mañana era la primera vez que bailaba en un escenario. Se pondría sus zapatillas de ballet y su traje. Bailaría hasta que sus pies se cansaran. Mamá había dicho que le saldría genial, y que no se pusiera nerviosa, pero aquella noche no podía dormir. Había bajado ya cuatro veces en busca de leche a la nevera, acariciado al gato, incluso visitado a su hermano mayor que dormía placidamente y que pronto tenía un examen muy importante. Y aún seguía sin poder dormir. Comenzó a contar las estrellas, una a una, empezando por la más brillante, hasta que cayó rendida en la número 15.



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