No es la típica mañana de verano, en la que los pájaros cantan
intentando sobresalir por encima del zumbido de las abejas. Ahora mismo, el
viento sopla fuerte, intentando arrancar las hojas a los árboles, a pesar de no
ser otoño. Caen pocas gotas de lluvia, y la pobre bicicleta roja chirría tirada
sobre la tierra. Observo aburrida desde mi ventana, el jardín, seco.
Apoyó mi naricita en el cristal, y el aire expirado marca una
nubecilla. Hace frío. Estoy descalza, pero es una moqueta, y no me importa,
pero está un poco áspera y pegajosa, porque se he caido el zumo de manzana.
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